Te
fuiste moviendo como inspiración, hasta que lograste por completo ser parte de mis noches en desvelo, a media
luz y generalmente después de que mis ojos se vuelven cristalinos, y no precisamente
a causa de lagrimas. El movimiento de mi mano y mis ideas revoloteando como
hojas secas movidas por el viento, sin control de ellas mismas pero libres cual
miradas a la intemperie y palabras lanzadas al vacío.
Mientras
intento descifrar tus pensamientos, leer tus ojos, sentir el palpitar de
aquello que te mantiene vivo, me sumerjo en pura imaginación, inventándote en
mi silencio haciendo de ti mi crimen perfecto, mi té para tres, cosas
imposibles y al revés, tres mil millones de mis latidos, eres hombre convertido
en niño que conozco, y entraño cada que se muestra presente en mi mente,
en mi vida, en mi noche y en el día.